Travesía por el desierto, en camello, como aquella atracción de feria en la que se apostaba cuál llegaría primero. Todo amañado para que ganase Melchor, y mientras tanto las dunas nos ciegan con sus tormentas de espejismos, unas veces por delante y otras por detrás, con precaución, poniendo el intermitente, siguiendo a la estrella permanente, con rulos y a lo loco por la peluquería sahariana, vía láctea abajo, deslizándose bien lubricados hacia el embudo de la sinrazón, llegando a buen puerto cada mañana, con los camellos sedientos, pero con la satisfacción del deber cumplido.
Un día más, desde el hipódromo de la alameda compostelana, despide la conexión el reportero más dicharachero a este lado del Sar …

Xaime Cortizo Fotografía, Diseño y Comunicación Web


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