Voy a pescar esta noche de castañas asadas, cuando los peces duermen o se hacen los dormidos, porque ahí es cuando todo se oye mejor, todo es más íntimo. Las personas se desnudan las almas, cuelgan las barreras en el perchero de la entrada, para hacer con las miradas semáforos monocolores que cambian de señal según la ocasión, la sensación, la circunstancia. De un momento a otro tiraré las redes, siempre artes tradicionales para no esquilmar las especies protegidas, bancos únicos en el mundo, que hacen de la biodiversidad un hecho palpable y no únicamente una palabra bonita entre tantas buenas intenciones. Mientras ahí afuera es de noche, a pesar del farol redondo que nos alumbra una entrada más con su influjo, con los rayos que tanto nombro en este espacio un tanto lunático, errático en ocasiones, aunque con un rumbo general bastante fijo hacia el horizonte, hacia la señal marcada por el corazón latente, un tanto inconsciente, que me guía para poder comer, para lanzar las redes en el lugar adecuado en esta noche de veraniño, donde hasta las salamandras que vi el otro día salen de fiesta, con el fin de semana asomando, cerca de la orilla, es hora de volver …

Xaime Cortizo Fotografía, Diseño y Comunicación Web


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