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Imaginando un rebaño de no ovejas precisamente, manipulados desde la más tierna infancia, metiendo miedo en el cuerpo y en la mente a seres humanos que confían en el más allá sin confiar en el más acá, lo invisible, lo lejano, todo aquello con lo que es muy fácil comprometerse, porque lo más cercano nos es tan ajeno que no nos podemos permitir ni siquiera amarnos los unos a los otros como decía ese melenudo, amigo de los descarriados que tanto desprecian esos señores de negro, que son árbitros sin silbato, que juzgan sin toga. Uno de ellos me expulsó del templo, nos trató con desprecio, como ovejas.
Los mercaderes se han apoderado del templo …
Xaime Cortizo Fotografía, Diseño y Comunicación Web