En el campo estaba paseando, cuando de repente apareció ante mis ojos algo que no podía ni imaginar.
Algo así merecía la pena porque no se ve todos los días, destruyendo la razón de la existencia de los peajes encubiertos. Cuadrándose ante los oficiales en las puertas de acceso. Poniéndoles puertas a algo tan hermoso y apacible.
Ya me olvidaba de aquello tan maravilloso que apareció ante mis ojos en esas extrañas circunstancias. Algo muy distinto a lo que aparece allí arriba, encima de las letras aleatorias, amontonadas después del fin de semana alborotado. Ahora que es lunes todo es más así, más ordinal, ordinario, no extra, con mucho de eso que está en el fuego corporal, bailando en sincronía con nuetros biorritmos. Ciclos lunares, pecas por toda la cara encarnada. Silbando bajo la lluvia de mayo, poniéndose las botas, pero no de comer precisamente, sino de chapotear en los charcos de la alameda, salpicando conciencias, reflexionando al correr después de salir, entrando en el túnel del tiempo, capitaneando la nave estelar de tu cerebro, rumbo a lo conocido una vez más, recetas repetidas hasta la saciedad que no se agota por si misma. Hacen falta unas buenas tejeras para tejer la trama de ausencias que quedan por llegar, de ilusiones que quedan por cumplir, después de los años soplados en las velas del devenir al viento en popa, a toda máquina, viendo cosas en el campo, y no son alucinaciones …
Xaime Cortizo Fotografía, Diseño y Comunicación Web


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