Un día puede ser más que un día, más que dos días, incluso más que tres días. Tan sólo se tiene que dar que esas horas, todas juntas, tengan el doble, el triple de segundos. Y digo segundos como metáfora de la partícula indivisible del tiempo. Tiempo que corre, que vuela a veces entre el valle, escalando las montañas más escarpadas, zambuyéndose en las prufundidades misteriosas del océano de la luz. Partículas fluyendo dentro del todo, relacionando los sucesos en el espacio tiempo, viajando de estación en estación, de este aeropuerto a aquel puerto que se ve al otro lado de la bahía. Destino soñado, al borde del agua cristalina, dibujando palabras en la arena, palabras que se las lleva la marea. Bote salvavivencias que atraca …

Xaime Cortizo Fotografía, Diseño y Comunicación Web


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